Hortensia Gambaro, poeta, Monte Grande.




                Los viejos

¡Qué tema los viejos! Los viejos. ¿Nunca te pasó que cuando hablás con una persona y referis a vos como viejo, salta rápidamente la famosa respuesta?: “Viejos son los trapos”  y uno piensa yo también. O cuando se refieran a uno dicen “Ese viejo y agregan m…”
¿Por qué sos viejo? Porque los dientes en vez de estar donde tienen que estar, es­tán en un vaso, en la mesa de luz o en el baño. Otro tema es que las piernas ya no te responden, las manos menos, y ni hable­mos de escuchar. La mitad de lo que dicen te lo perdés, pero no lo querés reconocer, entonces los viejos inventan lo que les pa­rece que escucharon y lo repiten como ver­dadero sin dudar un solo minuto de lo que están diciendo.
Luego viene la memoria que ya no es tan buena, entonces al viejo todo se le pierde o lo que es peor se lo roban. Otro punto para remarcar es la vista, ya no ve como veía. Lo que el viejo no ve, no existe, no hay discusión.
Y ahora viene lo mejor, los parientes, se reúnen por supuesto sin que el viejo se entere y hacen lo mejor para ellos no para el viejo, que le dicen vas a estar regio no te va a faltar nada, solamente que lo sacan de su casa y va a parar con otros que como a él le eligieron lo mejor sin consultárselo, pero cuando salen de depositar al nono y preguntan vecinos familiares por él, la res­puesta es de regocijo, que es capaz de con­vencer a todo el mundo, menos al que ya está depositado.
Ahora viene la psicología del pañal, que es mejor así no tiene que levantarse en la noche molestando a todos porque ya se sabe el viejo se levanta infinidad de veces arrastrando los pies y haciendo pis donde no debe, todo en nombre de su bienestar en el cual no interviene para nada porque no se lo consulta. Ah y la comida en el geriá­trico, le quieren hacer creer que es una ma­ravilla, aun que sea imposible de tragar. Bueno pero está acompañado por que el no eligió y no quiere. En fin le sacaron todo menos su soledad que serás el final, todo está escrito por una persona de 81 años, vieron que no puse viejo. Otro detalle es que el viejo ya no puede vivir solo pero lástima que nadie lo quiera cerca, tampoco puede convivir con los nuevos horarios del mundo actual, entonces no encajo en nin­gún  lugar. El viejo, si no es tonto, se con­vierte en sabio. (H. Gambaro, 2006)

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