Madre
Madre que estás allí pariendo desgarros
en dolor de
fuego, carne y sangre.
A ti que has legado de juntar dos almas,
el amor y el desarraigo de vida, arrogaras
a la aventura de ser cariño y amor.
Aunque la desvirtud poca consejera
de virtud enajenada de aquel que te roba
de ser sombra y sol y que nadie olvida
esos abrazos únicos que toda la vida
se lleva prendido en carne, hueso y corazón y de haber sufrido todos
los embates
por haber nacido mujer.
A ti Borges
El bastón labrado, color chocolate, sostienen tus manos, como un niño
posándose
adonde tu espesura osamenta
perpetua solloza.
A tu fuerza interior
más tu desolación ciega
a que la tortura no aquiete
la mirada del mundo interior
y pasajero desmedido de aquellos
que no entienden su magia
el entorno de las cosas vagas
y que las miradas extrañas
acechan virtuosas
estarán ciegas de cordura
y pasión tu, las alimentas
como fuego ardiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario