Stella Maris Gilabert, poeta, Monte Grande.


          Las almas no se entierran

Leonora dibujaba duendes, hadas, flores.
Leonora armaba la vida  con lentejuelas de justicia y fantaseaba con risas cargadas de horizontes.
Ella sabía sobrevolar presentes y deseaba bordar con hilos de luz su futuro… y el de todos.
Quería mutar silencios,  para ponerle esa música
 al tiempo  por transcurrir.
 Nadie le contaba entonces,
 que sus metas eran riesgosas,
 que remendar con amor las pequeñas vidas rotas
le presagiaba a la suya el dudoso porvenir
que en veneno fumigaban  los fatales personajes de Falcon verde y corazón de astilla.
 Leonora sabía danzar sin música,
caminar sin senderos,
pintar con nubes de amaneceres,
 sembrar con miradas,
acariciar  con memoria, cantar con risas,
 subrayar llantos cotidianos.
Pero mal que les pese
a los hacedores de muerte
Leonora danza en cada madrugada
y siembra destino de golondrina en cada primavera.
Anuda mil rumbos y con su magia eterna
recorre Queimada y anida rincones
con su  etérea e inmortal
carcajada  de justicia y libertad.
Todos la llevamos puesta!
Es una cosquilla hermosa
que nos invita a pensar, amar, crear. 
Buscala en la punta de tus pestañas!
Leonora esta Ahí…
donde la mirada hace infinito.


                   Mi equipaje

Tengo pocas cosas en mi equipaje…
Algunas prendas, un par de buenas intenciones.
Una imagen no parida, una caricia sin autor.
Algunos pocos conocimientos,
Los más necesarios, solo para entender los indicios.
Una agenda de silencios, un ejemplo de felicidad.
Una mentira para poder sentirte…
Un sentimiento  para poder, sin mentir.
Una brisa sin tiempo y mis prisas escapándose de mí.
Dos o tres contradicciones, el aroma de un ayer.
Un abrazo compartido, una escena en el después.
Un espacio para esconderte, un idioma sin saber
Mil preguntas para tus misterios,
una promesa de creer.
Para partir a tu encuentro, sin pautas en el tal vez
éste sería mi equipaje, para inventar un amanecer…
Todo cabe en tu mirada… todo puede suce
der…


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