Hortensia Gambaro, poeta, Monte Grande.
Los
viejos
¡Qué tema los viejos! Los viejos. ¿Nunca te pasó que
cuando hablás con una persona y referis a vos como viejo, salta rápidamente la
famosa respuesta?: “Viejos son los trapos” y uno piensa yo también. O cuando se refieran
a uno dicen “Ese viejo y agregan m…”
¿Por qué sos viejo? Porque los dientes en vez de
estar donde tienen que estar, están en un vaso, en la mesa de luz o en el
baño. Otro tema es que las piernas ya no te responden, las manos menos, y ni
hablemos de escuchar. La mitad de lo que dicen te lo perdés, pero no lo querés
reconocer, entonces los viejos inventan lo que les parece que escucharon y lo
repiten como verdadero sin dudar un solo minuto de lo que están diciendo.
María Julia Domenech, poeta, Monte Grande.
Madre
Madre que estás allí pariendo desgarros
en dolor de
fuego, carne y sangre.
A ti que has legado de juntar dos almas,
el amor y el desarraigo de vida, arrogaras
a la aventura de ser cariño y amor.
Aunque la desvirtud poca consejera
de virtud enajenada de aquel que te roba
de ser sombra y sol y que nadie olvida
esos abrazos únicos que toda la vida
se lleva prendido en carne, hueso y corazón y de haber sufrido todos
los embates
por haber nacido mujer.
A ti Borges
El bastón labrado, color chocolate, sostienen tus manos, como un niño
posándose
adonde tu espesura osamenta
perpetua solloza.
A tu fuerza interior
más tu desolación ciega
a que la tortura no aquiete
la mirada del mundo interior
y pasajero desmedido de aquellos
que no entienden su magia
el entorno de las cosas vagas
y que las miradas extrañas
acechan virtuosas
estarán ciegas de cordura
y pasión tu, las alimentas
como fuego ardiente.
Susana Caturini, poeta, Monte Grande.
Reflejos
de Niñez
Niñez dulce
e inocente,
etapa…bendita
para unos,
penosa para
otros,
pero
experiencia de vida,
que marca
los días,
el paso en
el estrecho camino.
Yo
transcurrí estos tiempos,
de colores y
alegrías.
las huellas
de mi hoy,
son reflejos
del ayer,
con
cimientos de familia.
Condicionamientos
a lo tano,
escala de
valores, de moral,
de respeto a
los niños y mayores,
pero a ti
quizás te faltaron…
El rigor y
la ternura,
que son
totalmente opuestos,
la
diferencia de las bases,
saber que el
superior indica
y se debe
obedecer, tolerando…
sin abusos a
cualquier ser.
Niñez es el
primer tramo,
del sinuoso
recorrido,
más … es
dulce e inocente,
chocolates,
tortas, caramelos,
magia,
juegos y payasos,
todo un
sueño a la hora de crecer.
(11.8.2003)
Semillas chatas
Qué gran frase
de quién
dijo…
hay lenguas
que
cortan
cabezas…
estandarte
agazapado
de gente
dañina
tergiversando
palabras,
germinando
pensamientos,
de podridas
semillas,
sobre manto
de mentiras,
fomentan
recelo, envidias,
celo
huérfano trepando …
Cerebros
chatos…
¡con olor a
miedo…
de toda una
verdad!
¿Trepar?
sin…
escalones de
honestidad,
con locura
de inferioridad…
Carrera
hacia la nada,
¡todo
gratis..!
¿en
beneficio de qué…?
¡¿Al premio
enmascarado,
de
bondad?!...
(12/2011)
Stella Maris Gilabert, poeta, Monte Grande.
Las almas no se entierran
Leonora dibujaba duendes, hadas, flores.
Leonora armaba la vida con
lentejuelas de justicia y fantaseaba con risas cargadas de horizontes.
Ella sabía sobrevolar presentes y deseaba bordar con hilos de luz su
futuro… y el de todos.
Quería mutar silencios, para
ponerle esa música
al tiempo por transcurrir.
Nadie le
contaba entonces,
que sus metas
eran riesgosas,
que remendar con amor las
pequeñas vidas rotas
le presagiaba a la suya el dudoso porvenir
que en veneno fumigaban los
fatales personajes de Falcon verde y corazón de astilla.
Leonora sabía
danzar sin música,
caminar sin senderos,
pintar con nubes de amaneceres,
sembrar con
miradas,
acariciar con
memoria, cantar con risas,
subrayar
llantos cotidianos.
Pero mal que les pese
a los hacedores de muerte
Leonora danza en cada madrugada
y siembra destino de golondrina en cada primavera.
Anuda mil rumbos y con su magia eterna
recorre Queimada y anida rincones
con su etérea
e inmortal
carcajada de
justicia y libertad.
Todos la llevamos puesta!
Es una cosquilla hermosa
que nos invita a pensar, amar, crear.
Buscala en la punta de tus pestañas!
Leonora esta Ahí…
donde la mirada hace infinito.
Mi equipaje
Tengo pocas cosas en mi equipaje…
Algunas prendas, un par de buenas intenciones.
Una imagen no parida, una caricia sin autor.
Algunos pocos conocimientos,
Los más necesarios, solo para entender los indicios.
Una agenda de silencios, un ejemplo de felicidad.
Una mentira para poder sentirte…
Un sentimiento
para poder, sin mentir.
Una brisa sin tiempo y mis prisas escapándose de mí.
Dos o tres contradicciones, el aroma de un ayer.
Un abrazo compartido, una escena en el después.
Un espacio para esconderte, un idioma sin saber
Mil preguntas para tus misterios,
una promesa de creer.
Para partir a tu encuentro, sin pautas en el tal vez
éste sería mi equipaje, para inventar un amanecer…
Todo cabe en tu mirada… todo puede suce
der…
Miriam E. Orlando, escritora, presentadora, Monte Grande.
¡Y volvió el carnaval!
Después de años en que los feriados de
carnaval fueron quitados del almanaque, hoy vuelven a los calendarios y
nuevamente las planificaciones para un finde largo.
Cuando era chica, existía como feriado el
lunes y martes de carnaval, así como el 6 de enero día de Reyes Magos
coincidente con mi cumpleaños.
¿Cómo eran los carnavales? Mis recuerdos son
hermosos. Mis abuelos vivían sobre la Av. San Martín en Caseros y allí nos reuníamos en
familia, cenábamos y luego los nietos buscábamos la complicidad del abuelo Demetrio
J. para que convenza a los papis y jugar
en la calle mientras pasaban las comparsas. Las mamás (la mía y mi tía) no
querían saber nada, pero el abuelo intercedía y lo lograba. Debíamos jugar
siempre a la vista de los mayores quienes nos vigilaban desde un balcón.
No sólo ahí disfrutábamos, vivía de niña en
un hermosísimo barrio, en Villa Ortuzar, aún hoy sigue guardando el corazón del
barrio porteño. Puntualmente mi casa quedaba en Heredia y Alvarez Thomas y allí
estaba el "Sporting Social Club", que aún existe, típico club de
barrio. En las noches de carnaval, había concurso de disfraces y ahí nos
presentábamos con las chicas del barrio y también había una consigna, mi papá
estaba en la terraza de casa y cada tanto debíamos con mi hermano pararnos en
el centro del patio del club y saludar con las manitos a mi papi que nos estaba
observando. Todos los años volvíamos con una copa de recuerdo porque nadie
perdía, todos nos íbamos con algo.
Pero tampoco terminan ahí los recuerdos ya
que veníamos a Monte Grande donde el corso era precioso y los autos podían
desfilar sobre la calle Alem que es la principal de la localidad y ahí mi papá
nos sentaba a todos los chicos de los alrededores en la estanciera y nos
paseaba disfrazados y como éramos chicos, no bajábamos del vehículo y esto
siempre lo coronaba volviendo a nuestra casa quinta donde pasábamos las
vacaciones y preparaba choripán para todos, mientras jugábamos a las escondidas
teniendo como única luz la que nos brindaba un sol de noche de esos de kerosene.
El último corso que recuerdo fue en el año
1985, ya casada y esperando a mi primer hijo.
Una época maravillosa, de respeto,
tranquilidad y sana diversión. Nuevamente los corsos están ganando las calles,
una fiesta popular donde muchos la están descubriendo.
¡Qué época plagada de buenos recuerdos! esos
que nunca nadie me podrá quitar.
Ana María Bianchi, poeta, Capital Federal.
ANA MARIA BIANCHI, poeta, Capital Federal.
El
mar y yo
Rompe la mar sus olas en las rocas,
el viento sopla, despeina mis cabellos,
mis ojos buscan en el azul del cielo
aquellos días de alocados sueños
Al horizonte diviso a la distancia,
y las gaviotas buscan su alimento,
sonora agua que moja mi vestido
y resbala hasta mis pies en loco empeño.
Camino por la arena jugueteando,
cada paso que doy es infinito,
los caracoles me miran y sonríen
y las estrellas de mar me hacen sus guiños.
Perfume a mar perciben mis sentidos,
extraña sensación me invade toda,
rayos dorados de un sol encaprichado
caen al agua hundiéndose en las olas.
Sublime encuentro es el del mar y el cielo,
los dos se funden en apretado beso,
mil pececitos les hacen una ronda
y las sirenas observan en silencio.
Mis ojos quieren descubrir nuevas figuras
entre la espuma desmayada en el silencio,
es todo tan perfecto que me asombro
de estar presente palpitando este momento
Stella Maris Antenao, poeta, Monte Grande.
Será en un día de lluvia
Nadie se dará
cuenta
cuando te deje,
vida,
Nada le diré a
nadie
de mi triste
partida.
Será en un día de
lluvia
de eso estoy segura
es cuando más me
abruma
la soledad oscura.
Vestiré solamente
mi piel escarnecida.
No llevaré ropaje
tan sólo las
heridas.
No llevaré reloj
ni cruces, ni
collares.
En mi corazón
quieto
Llevaré mis
pesares.
Cada gota de lluvia
será mi amargo
llanto
representante
abstracto
de todos mis
quebrantos.
No habrá rayos ni
truenos
sólo una lluvia
mansa
que en parte
calmará
mis dolores del
alma.
Nada me llevaré
porque todo lo di:
amor, sangre, vida,
a todo sucumbí.
Cuando pase la
lluvia,
cuando todo termine,
allá en el
horizonte
verán el Arco Iris.
Él será quien
anuncie
que he dejado la
vida,
pero nadie sabrá,
mi secreta partida.
Marta Lucero, poeta de Luis Guillón
MARTA LUCERO
Mi pequeño Rey
Con todo mi amor para
mi nietito Lucas.
Eres punto de partida
de un ramillete de sueños
que a través de nueve meses
se convirtió en realidad.
Esta realidad preciosa
que comparte nuestra vida
la que llenas de alegría
cuando a nuestro lado estás.
Lucas es el nombre
del pequeño Rey.
Tiene su mirada
frescura del amanecer.
A Dios le doy gracias
por ver crecer
fuerte, sano, alegre
a tan precioso ser.
Brilla hoy la luna
tanto como el sol
pintas nuestras vidas
con gotitas de amor.
Mi pequeño ángel
que seas feliz
ternura, luz, dulzura
hay en tu sonreír.
Cuando pase el tiempo
y tu hombre serás
como dice tu nombre
¡siempre resplandecerás!
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